
“NO VOLVEREMOS A SER LOS MISMOS”
En el transcurso de solo unos meses, el Servicio de Medicina ha sufrido un cambio de 180°: de atender mayoritariamente a pacientes de tercera edad, con multiplicidad de patologías con requerimientos de cuidados básicos e intermedios; hoy sus pacientes presentan cuadros más graves y complejos, como también poseen una mayor diversidad etárea. Para adecuarse a este nuevo escenario y poder brindar las atenciones necesarias, el Servicio de Medicina tuvo que modificar sus instalaciones e incorporar más personal de apoyo, equipamiento y capacitaciones a sus integrantes. Un proceso exigente y demandante que ha implicado todo un desafío, pero también una oportunidad de crecimiento para sus integrantes.
El 3 de abril, a un mes de identificarse el primer caso de Covid-19 en el país, el Servicio de Medicina de nuestro Hospital recibió su primer paciente con esta enfermedad. A tres meses de ese hito, los cambios que ha experimentado el recinto han sido una constante diaria. Primero fueron todas las preparaciones para modificar los flujos de atención y aprender a utilizar los elementos de protección personal de manera correcta tanto en la postura como en su retiro. Luego vino el entrenamiento para la instalación de líneas arteriales, el manejo de los monitores y las cánulas de alto flujo para oxigenación, como también la capacitación para pronar a los pacientes con un mayor compromiso respiratorio.
Pero, previo a todas estas gestiones y con una antelación de carácter estratégico, el establecimiento ya había concretado medidas para aumentar sus camas complejas, situación que implicó el traspaso de 12 de las 52 camas de este Servicio a la Unidad de Pacientes Críticos (UPC). Un cambio en la planta física que demandó salas con un mayor aislamiento, situación que con el correr de algunos días también se extendió a todas sus dependencias.
Esta complejización de roles y readecuaciones en la atención fue un proceso que los 94 integrantes de este equipo vivieron con una inevitable cuota de ansiedad y con el legítimo temor por contagiarse, situación que a poco andar sintieron prácticamente en carne propia al atender a una de sus propias funcionarias y que según nos señala Johana Bravo, Enfermera Supervisora de Medicina, “nos hizo vivir la situación aún de cerca, no desde la vereda del frente”.
No obstante, “el equipo respondió con un mayor compromiso. Todos se sumaron y alinearon frente a las exigencias. Esto llevó incluso a afiatarnos más, a reencontrarnos y a evidenciar más que nunca la vocación de servicio. Indudablemente no volveremos a ser los mismos, no desde el punto de vista profesional, sino como equipo”, afirma Johanna. La Dra. Camila Luna, Jefa de Medicina, también comparte esta apreciación: “hemos estado más unidos que nunca y hemos funcionado muy bien como equipo. El personal clínico, el administrativo y el de aseo, todos nos hemos debido adaptar y hemos estado al pie del cañón. No se han cuestionado las decisiones, se ha hecho lo que está al alcance para sacarlas adelante”.
Con el correr de las semanas otros profesionales también tuvieron que incorporarse como apoyo al periodo de hospitalización: kinesiólogos las 24 horas y terapeuta ocupacional, quienes han ayudado indudablemente en el confort y cuidado tanto físico, como emocional y psicológico, contribuyendo a la pronta recuperación de los pacientes.
Y aunque no han sido muchos los casos, este equipo también ha debido enfrentar el doloroso proceso de despedida para pacientes que no han respondido favorablemente al tratamiento y cuyas familias se han acercado a acompañarlos en sus últimos momentos. “El desgaste emocional es importante. Uno no puede dejar de empatizar ante la pérdida e inevitablemente uno se involucra en este dolor. Por ello también nos esforzamos en facilitar las condiciones para que la familia pueda hacer su duelo, con todo el respeto que eso merece”, nos comenta Johanna Bravo. Al respecto, la Dra. Luna señala que “hemos tratado de humanizar lo más posible esos momentos tristes y dolorosos para la familia. Aún cuando en estos tiempos no es posible que ingresen todos los familiares, siempre procuramos darle la mayor intimidad y cercanía posible para el acompañamiento final. Sabemos que es necesario y nos ponemos en su lugar”.
Para sobrellevar de mejor manera esta tensión cotidiana el equipo también ha recibido apoyo psicológico por parte del establecimiento y como Servicio han organizado algunas dinámicas, entre las que figuran los sorteos que realizan cuando llegan regalos que no alcanzan a ser distribuidos entre todos, tales como las cremas o barras de chocolate que han recibido. Eso ayuda a distender y mantener los ánimos arriba.
Junto a los cambios antes descritos, este Servicio también ha experimentado una disminución en sus días de estada, los que actualmente bordean los 5,5 días de permanencia en el recinto. Esto se explica porque hoy en día son un lugar de tránsito: si los pacientes mejoran, prontamente emigran hacia otros Servicios de menor complejidad. Pero, si requieren de cuidados más invasivos, se trasladan hacia la UPC. Es así como durante este periodo y solo en su sector de 18 camas críticas ya han transitado más de 90 pacientes.
Consultada respecto a lo que depara el futuro, la Dra. Luna -quien a inicios de mayo asumió la jefatura del área tras permanecer tres años como subjefa-, nos comenta que “como equipo nos gustaría conservar algunos avances que hemos tenido durante este último periodo tanto en equipamiento como en personal, porque efectivamente nos permiten brindar una atención más integral. De esta forma podríamos concretar una aspiración que ha estado en carpeta durante un buen tiempo: la creación de la Unidad de Geriatría Aguda”. Un sueño que esperamos pueda concretarse en el corto plazo…



San Bernardo, 15 de julio 2020.